Como consecuencia de las pretensiones políticas y religiosas de Carlos I, los conflictos exteriores fueron constantes y numerosos, lo que generó enormes gastos militares, por lo que se redujo gran parte de la riqueza Castellana. Primero los franceses atacaron a España pero fueron derrotados en la batalla de Pavía, como consecuencia Carlos I incorpora el Milanesado y se hace prisionero al rey de Francia , pero firmándose el Tratado de Madrid según el cual Francia renuncia al milanesado. Entonces el Francisco I vuelve a su país, se alía con el papado y vuelve a declarar la guerra a Carlos I. Entonces se Carlos I envía tropas directamente a Roma y saquea la ciudad hasta que el papa se rinde. Más tarde también derrotará de nuevo a Francia, y se conseguirá la paz en Cambrai (1529). Más tarde los franceses vuelven a declarar la guerra a Carlos I pero esta vez aliados con los turcos. Aún así, Carlos I se alía con Inglaterra y los acaba derrotando de nuevo; y además incorpora temporalmente Túnez. Finalmente a partir de 1545 Carlos I se enfrenta contra los protestantes de su imperio, a los que acaba venciendo en Mühlberg en 1547; pero éstos más tarde acabarán recibiendo el apoyo de los franceses y acaba negociando la paz de Augsburgo (1555) con la que se reconoció la ruptura de la iglesia y con ello la existencia de dos religiones en su territorio, aunque los súbditos tenían que seguir la misma religión que su príncipe.
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